martes, 1 de septiembre de 2009

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Sólo nosotros, la lluvia y una luna llena que iluminaba apasionadamente este mundo, cegandonos y haciendo que todo lo que pudiera llegar a estar a nuestro alrrededor desapareciera.
...Nada podía salir mal.
Cada uno de nuestros sentidos estaba a flor de piel, tratando de asimilar cada cosa que había en el ambiente, sin dejar escapar nada por más ínfimo e insignificante que fuere.
...No, nada podía salir mal.
Un silencio eterno, pero dulce y adecuado, robó cada una de las palabras que pensabamos decir, dejando que nuestros corazones y nuestros cuerpos hablaran por sí solos, dejando de lado cada uno de los pensamientos que nos invadian.
...Nada iba a salir mal.
Cada mirada era un flechazo directo a los ojos del otro, podíamos entender cada una de las cosas que deseábamos fervientemente, que siempre gritamos pero nunca quisimos escuchar ni entender.
...No, esta vez nada iba a salir mal.
Por primera vez nos atrevimos a lo que nunca imaginamos; nos dejamos llevar y pudimos expresarnos utilizando cada uno de nuestros sentidos. No ocultabamos nada, nos dijimos todas las verdades en cada una de las tiernas caricias, en cada uno de los apasionados besos.
...Nada salió mal.
Y decidimos guardar para siempre en algun ricon de la cama esa madrugada, que sin querer (o tal vez queriendo) deshicimos con cada arrumaco y susurro que hubo entre nuestras almas.