De repente me desperté con ganas de escribir de nuevo. ¿Por qué tanto tiempo después , no lo sé. Sólo se que esta vez nadie va a callar lo que pienso y pretendo dejar todos mis ideologías por decirlo de algún modo, acá en este blog.
Quizá el incentivo haya sido ver que alguna que otra persona en algún rincón del mundo alguna vez leyó lo que escribí cuando solo tenía 19 años. Hoy día ya tengo unos hermosos 22 de edad y gracias a demasiadas experiencias de vida ocurridas en este pequeño lapso he ratificado algunos de mi pensamientos y modificado algunos pocos.
Una de las tantas cosas que no modifiqué en mis pensamiento es el sentido de la palabra "amor", no amor universal ni entendido como cariño o respeto al prójimo. Sino ese amor carnal, sentido, que hace que nos de cosquillas en la panza, es amor que nos hace imaginar canciones de fondo para cada ocasión, ese amor que nos desespera y quita el sueño. Ahora, la pregunta del millón..... ¿¡Donde está!?
Luego de una convivencia de dos años, y casi una relación amorosa de tres, pude ir viendo como las etapas de ese sentimiento se van quemando.
Arrancamos con la pasión, con ese fuego que nos quema y necesitamos apagar. Son tantos los sentimientos que hay entre las dos partes y se fusionan de un modo perfecto en esa etapa de ceguera que uno empieza a adoptar muchas cosas del otro. Se piensa que conocemos al otro como a nuestro mejor e intimo amigo, que ni las peores tormentas y huracanes podrán desamarrar nuestro hermoso yate del amor del puerto del encanto y la pasión. Pero, no todos los cuentos tienen final feliz. Quizá sea porque la venda que tenemos en ese instante en los ojos de a poquito se va rasgando y empezamos a ver la realidad de otro modo.
Luego de esa flamante etapa empiezan los peros. "Pero no me gusta", "pero no se", "pero ya no es lo mismo", pero, pero pero pero y más pero!!!!!
Acá es cuando nuestro yo empieza a discernir y separar las cosas. Uno en la etapa anterior suele ser más "pegote" con el otro, pero ese pegoteo entre ambos es agotador. Cuando empezamos con esa palabra mágica es cuando decimos "Quiero esto y no otra cosa". Nuestro yo vuelve a prevalecer y volvemos a recuperar un poco de lo nuestro y realmente notamos, a pesar de todos esos peros y "porques", si realmente es la persona adecuada para compartir ese suspiro de vida.
Luego de ese "si, quiero seguir con vos, recorrer el mundo a pie y descalza a tu lado y ninguna otra persona se va a adueñar de mi corazón pase lo que pase", viene la etapa de planificar la vida de a dos. Planear todos esos viajes, irse a vivir juntos, formar una familia y jugar a imaginar que nombres les pondríamos a nuestros hijos. Esa etapa, si es que se llega, es la mejor. Cada uno mantiene su esencia y las fusionamos para lograr el objetivo común que nos hemos impuesto. Y una vez que lo logramos pensamos que somos los dueños del mundo y que Cenicienta y el Príncipe deben tener más problemas maritales que nosotros. Pero... PUFF!!!!! Una hermosa bomba de humo nos llena de inseguridades. Será el/ella la persona para mi?. Podré soportar despertarme con el/ella y tenerlo/a todo el santo día al lado!?
¿No serán demasiadas cosas para que nuestro cerebro analice?
¿Y si en realidad el cerebro no está realmente capacitado como para administrar y coordinar esas millonadas de pulsaciones eléctricas que enviamos cada vez que esa persona nos roza, nos toca, nos mira?
¿Por qué será que el corazón un promedio de 60 o 75 pulsaciones a casi 120 o 145 en promedio cada vez que esa persona esta cerca?
El amor es una enfermedad. Si señor, si señora. Es una en-fer-me-dad! todos nuestros sentidos se alteran, nuestro cuerpo produce sustancias químicas a grandes escalas e incluso todo esto se da con el simple hecho de imaginar a la persona. Es una locura.
Esa idea siempre, pero siempre existió en mi cabeza. Nunca me gustó la idea que los cuentos infantiles nos han inculcado desde pequeños. Ese "...y vivieron felices para siempre" debe ser la peor mentira que se haya esparcido a toda la humanidad.
Ahh... cual es la ultima etapa? Esa es más personal. Es optar por un cuento con final feliz, o una historia abierta en la cual la felicidad es parte de uno mismo o compartirla. O quizá compartirla, pero a la distancia.
El final es propio. Cada uno escribe la última frase del cuento. Nadie lo impone, ni la teoría, ni la práctica ni nadie. Cada uno es dueño de resolver su vida al modo que le parezca, aunque muchas veces tengamos al mundo en contra o eso creamos nosotros.
Cada historia de amor es enferma y única. Cada uno de los enamorados lleva esa locura al limite que quiere y del modo en que quiere, nadie puede decidir por nosotros.
Solo hay que decidir entre un "fin" o un "continuará"
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